Hoy, 3 de mayo, se conmemora la fiesta de “La Santa Cruz”, instituida en el Siglo IV. Esta tradición popular tiene sus orígenes muy antiguos en Jerusalén.
Se dice que por dicho Siglo, el pagano Constantino tenía que enfrentar una terrible batalla contra el perseguidor Majencio. La noche anterior al suceso tuvo un sueño en la que vio una cruz luminosa en los aires y escuchó una voz que le dijo: “Con este signo vencerás“. Al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y exclamó: “Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena“.
La victoria fue total, Constantino llegó a ser emperador y dio libertad a los cristianos. Santa Elena, madre del emperador, pidió permiso a su hijo y fue a Jerusalén a buscar la Santa Cruz en la que Cristo murió. Después de muchas excavaciones encontró tres cruces y no sabían cómo distinguir cuál era de Jesús.
Es así que llevaron a una mujer agonizante, quien al tocar la primera cruz se agravó más con su enfermedad. En la segunda cruz, la enferma se mantuvo igual, pero al tocar el tercer madero, recuperó la salud.
Oh, Dios, que, al recordar hoy
el descubrimiento de la
verdadera cruz, renovaste los
milagros de tu pasión,
concédenos que por el valor de
aquel sagrado leño de vida
alcancemos eficaz socorro y
ayuda del cielo para la vida
eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, que contigo vive y
reina por los siglos de los siglos.
Amen.